domingo, 10 de julio de 2011

Sueño de una noche de verano

Ni recién levantado me falla la inspiración,
desde una cama creo recuerdos
nacidos de mi propia imaginación.
Cerré los ojos y yo mismo inventé un sueño,
aunque contigo a mi lado sobran los deseos.

Como espacio elegí tu habitación,
tú pusiste tu almohada y tu colchón.
Aparecí allí tumbado
mientras veía una silueta de mujer bailando
dejabas tu perfume como rastro,
y note que había demasiada temperatura en aquel cuarto.

No hacía falta saber que sobraba
la poca ropa
que ella llevaba,
así que le dije "si quieres seguir
mejor no te la quites sola".

Empezó el juego,
no había luz, pero sabía que tus pies ya no pisaban el suelo.
En mis dedos la precaución,
en los tuyos un hielo bañado de ron...

Echo de menos cómo me acariciabas,
y cómo recorrías con tu lengua el rastro del hielo,
nunca ví tan poca distancia
desde una cama hasta el séptimo cielo.

Recuerdo que me pedías más,
lo que tú no sabías era lo que yo te podía llegar a dar.
Le dije que íbamos juntos a volar,
que ya no hacía falta imaginar
porque ahora sólo faltaba crear.

Me preguntó si quería rutina o experimentos
y, sin duda, lo bueno de aquello
es que no había reglas en ese juego.

Me dijo "házme volar y llévame hasta la Luna,
allá donde no llegan a asaltar las dudas".

No quería acabar,
sabía que me tocaría volver a imaginar,
sabía que era un sueño,
que nada era real y que se acabará.

Todo lo que empieza termina,
y mi llanto empezó cuando desapareció tu sonrisa.

Supongo que esto nunca pasará,
que este sueño nunca se hará realidad.
Por eso, vuelvo a mi desierto,
acompañado como siempre con mi boli y mi cuaderno,
buscando y siguiendo un nuevo camino,
por si el sueño, en realidad fuese un posible destino.
Me engañaré a mí mismo,
buscando algo que demuestre que por fin estarás conmigo.

Desapareciste y aparecí en mi cuarto,
escribiendo algo que soñé una noche de verano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario