miércoles, 27 de julio de 2011

Tan solo.

Me mira este papel tan atento,
sabe que nunca había estado en este nivel de aturdimiento,
sabe que la libertad es la condena de mis versos
por no saber cómo el bolígrafo dicta todo lo que siento.

Mi mirada perdida es lo que lamento,
por ser presa del aire y esclavo del tiempo,
me deprimo mientras observo el cielo,
no sé quién soy ni si a este mundo pertenezco.

Quisiera enfrentarme al mundo,
creerme especial, creerme único,
creer que puedo derribar cualquier muro.

Pero me siento débil y atrapado,
como en la calle un papel estrujado,
y de nuevo caigo, como la ceniza de mi cigarro.

Con una música de fondo me enfrento,
frente a la soledad y mi cuaderno,
yo soy aquel que murió por ser sincero...

Por tantas veces que me quedé tan solo,
creyendo que no hay nada ni nadie detrás de este folio,
una pulsera que representa a quien quiero,
reviento mientras me pregunto quién es la princesa de mi cuento.

Solo, bebiendo en un portal un litro,
afuera está cayendo una nube llena de rimas,
Amor y Odio a mi lado lloran conmigo,
cada vez dudando más del sentido de mi vida.

Me quedaría encerrado en mi habitación
pero hoy me inspira hasta el dolor
de mi más cruel primer amor,
hoy volvería hasta ella y le diría que la quiero,
y que no sabe cuántas lágrimas cayeron en silencio.

Esta noche, mi boli hace el resto,
no soy el mismo
desde que soy presa de la nostalgia y el sufrimiento.
Sólo oigo ruidos, se oyen gritos,
me siento solo, loco y a la vez perdido
desde que mi alma se vio tentada por el suicidio.

domingo, 10 de julio de 2011

Sueño de una noche de verano

Ni recién levantado me falla la inspiración,
desde una cama creo recuerdos
nacidos de mi propia imaginación.
Cerré los ojos y yo mismo inventé un sueño,
aunque contigo a mi lado sobran los deseos.

Como espacio elegí tu habitación,
tú pusiste tu almohada y tu colchón.
Aparecí allí tumbado
mientras veía una silueta de mujer bailando
dejabas tu perfume como rastro,
y note que había demasiada temperatura en aquel cuarto.

No hacía falta saber que sobraba
la poca ropa
que ella llevaba,
así que le dije "si quieres seguir
mejor no te la quites sola".

Empezó el juego,
no había luz, pero sabía que tus pies ya no pisaban el suelo.
En mis dedos la precaución,
en los tuyos un hielo bañado de ron...

Echo de menos cómo me acariciabas,
y cómo recorrías con tu lengua el rastro del hielo,
nunca ví tan poca distancia
desde una cama hasta el séptimo cielo.

Recuerdo que me pedías más,
lo que tú no sabías era lo que yo te podía llegar a dar.
Le dije que íbamos juntos a volar,
que ya no hacía falta imaginar
porque ahora sólo faltaba crear.

Me preguntó si quería rutina o experimentos
y, sin duda, lo bueno de aquello
es que no había reglas en ese juego.

Me dijo "házme volar y llévame hasta la Luna,
allá donde no llegan a asaltar las dudas".

No quería acabar,
sabía que me tocaría volver a imaginar,
sabía que era un sueño,
que nada era real y que se acabará.

Todo lo que empieza termina,
y mi llanto empezó cuando desapareció tu sonrisa.

Supongo que esto nunca pasará,
que este sueño nunca se hará realidad.
Por eso, vuelvo a mi desierto,
acompañado como siempre con mi boli y mi cuaderno,
buscando y siguiendo un nuevo camino,
por si el sueño, en realidad fuese un posible destino.
Me engañaré a mí mismo,
buscando algo que demuestre que por fin estarás conmigo.

Desapareciste y aparecí en mi cuarto,
escribiendo algo que soñé una noche de verano.

domingo, 3 de julio de 2011

Verano

Estas paredes se transforman en recuerdos,
cuatro muros blancos convertidos en sueños,
pros y contras de un futuro inevitable,
y sé que no hago nada esperando a que alguien me salve.

No me digas que me quieres,
ya tan sólo abrázame...

Y si me dices que en tu almohada
ya no caben más lágrimas de olvido,
yo me arrancaré un trozo de mi alma
para poder estar contigo.

Pero es que hoy no sé qué me pasa
porque no me encuentro,
me pierdo en mi cama
y en una línea de mi cuaderno.

No sé qué hora es
y no me lamento,
no sé si ser mi ser
o convertirme en un insecto.

¿Qué hago mirando por una ventana
en medio de un desierto?
¿Qué hago vendiendo mi alma
para poder ir al cielo?

Hoy alimentaré este cuerpo
de sonrisas de niños,
de gritos en silencio...

Quizá pueda dormir tranquilo
sin decir un te quiero
y sólo siendo yo mismo,
esperando solo, sentado en mi desierto.

Qué más da que se acabe este día
o qué más da que empiece otro,
si esto es igual muera o viva,
si este poeta sigue estando igual de solo.

Hoy me revientan las relaciones
a distancia, vaya tela..
resbalé con un charco de hielo
y acabé con diez kilos de mierda.

No entiendan lo que digo
porque será mejor así,
después del quince no volveré a ser el mismo,
no podré estar solo, es decir, feliz.