domingo, 29 de marzo de 2015

Te desecho de menos

Somos de etiquetar. De catalogar. De asociar. Parece que lo necesitamos. Hasta las entradas de los blogs tienen etiquetas. Probablemente la mayoría de nosotros relacionemos de forma inmediata un olor en concreto con el objeto (o incluso parte del cuerpo humano) que emite dicho olor. Esto también ocurre con las personas, es decir, una determinada colonia, desodorante, o mierda de caballo te puede recordar a una chica, a un familiar o al guarro del compañero de tu clase o trabajo. Hay quien incluso puede llegar a relacionar olor-persona-sentimiento. Ejemplos: Oler la colonia de una chica con el amor (así, grosso modo). El desodorante de un familiar con la nostalgia o la peste a mierda de caballo de tu compañero de clase o trabajo con tus ganas de suicidarte.
Voy más allá. Etiquetamos prácticamente todo por la necesidad de tener la posibilidad de ordenar ese cajón de sastre como es nuestra cabeza, o cabezón, en el caso de algunos. El problema se plantea cuando etiquetamos una acción en una persona y no podemos ni queremos cargarnos esa asociación de factores que provoca eso que algunos llaman "enamorarse". Enamorarse no es más que etiquetar o atribuir una serie de acciones que podría hacerte cualquier persona a una sola. Todos besamos, acariciamos, reímos, lloramos... y hasta algunos perdonamos y agradecemos.
Nos empeñamos en atribuir esas acciones como exclusivas y propias de una persona cuando no es así. Hay personas que incluso se les va de madre, porque se sienten tan exclusivos y especiales que cuando no pueden entrar por una puerta del par de cuernos que tienen se preguntan el por qué. Ojo. Esto es culpa de ambos. Uno gilipollas por decirlo. Otro gilipollas por creerlo, pero éste es gilipollas por dos, que se lleva los cuernos.
En definitiva, lo que echamos de menos la mayoría de las veces son esas acciones, no a la persona, aunque las confundimos, o queremos confundirlas. Por eso es tan fácil "enamorarse". Por eso seguirá sonando Bustamante. Por eso pasamos la vida con la misma persona sabiendo que no estamos enamorados de ella, sino de sus acciones (o incluso de sus no acciones, que es más triste).
Comodidad. Tranquilidad. Que la vida te viva a ti.
Por eso quizá debamos echar más de más y desechar más de menos.