jueves, 2 de octubre de 2014

Jóvenes viejos

Nos hablan de seguridad, de buscar esa seguridad laboral que te tenga toda la vida tranquilo gracias a un sueldo fijo y a unos jefes que muy raramente te podrán despedir. Yo digo que no hay nada más contradictorio que buscar la seguridad en una vida que es de todo menos segura. Sí es cierto que por vocación hay gente a la que le gustaría ser policía, militar, bombero.. y se preparan sus oposiciones para cumplir ese sueño. Está de puta madre. Pero también está el lado opuesto. Esa persona que no quiere ser funcionario por h o por b pero que, sin embargo, le comen tanto el tarro con el discurso de siempre que, de repente, se ve haciendo un examen a no sé cuántos kilómetros de su ciudad.

Esto no es lo peor, yo creo. Lo peor es que están dispuestos a fracasar hasta en varias ocasiones intentando conseguir algo que no les hace felices, mientras que no se atreven a fallar una sola vez por conseguir lo que realmente desean. Aquí está el problema. Y esto es lo que nos convierte en jóvenes viejos. Jóvenes que jamás celebrarían de corazón sus éxitos porque cuando los consigan, se acordarán de lo que realmente les apasionaba hacer y se harán preguntas modo "¿Y si hubiera hecho...lo habría conseguido?".

Jóvenes viejos que irán a trabajar ayudados con un bastón. Jóvenes viejos que no se levantarán cuando quieran para ir a trabajar, se levantarán a las 6 de la mañana. Jóvenes viejos que quedarán con otros jóvenes viejos para criticar al compañero de clase que ha conseguido estar donde un día soñó.

Jóvenes que cuando sean viejos dirán "yo podía haberlo hecho", y a partir de ahí sólo le quedarán dos opciones: ser un viejo amargado, o volverse un viejo joven, que es más sano pero a veces más ridículo.

Disculpo mis molestias.