sábado, 9 de junio de 2012

Vida

Desde hace tiempo vivo en una mentira
de esas en las que el corazón no vive en tu cuerpo,
ni siquiera forma parte de ti, de tu vida,
se escapó buscando el paraíso y sólo encontró desierto.

Fui un ser inerte que se transformó en serpiente
arrastrado por las opiniones de la gente.
No me molesté y fui víctima por ser creyente
de lo que el viento le sirvió a mi vientre.
Independientemente, encontraba a mi mente
codeándose con una droga que sólo quería morderme.
Mi inconsciente se esnifaba este sentimiento perenne
hasta que conscientemente mi consciente
se vio arrastrado por la corriente
que manejaba Caronte, dejando así de quererme.
Pasé de ponerle un euro entre los dientes,
si el cuerpo y el alma son independientes de mi, que les peten.
Realmente, sí era dependiente,
y si me siento orgulloso ¡que este folio reviente,
en mi garganta se queme,
me ahogue de tinta derretida de repente,
explote y manche estas cuatro paredes
para deleite de todos aquellos decadentes!
Cortésmente, la droga me regaló vómitos y una razón coherente,
me dijo: "nada dura para siempre",
y, riéndose, mordió un trozo de filete
sosteniendo en la otra mano la pierna de un cliente
que probó esta droga sólo por ser diferente.
 Pero las cosas al final no salen como uno pretende,
cruelmente el demonio deja de ser tu sirviente,
y el ángel guardián se convierte en un delincuente
tan elocuente que hasta los genes te dejan y se marchan con él a Oriente,
cuando vuelven Pasión e Inteligente
y a la vuelta de la esquina te saluda la muerte.

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